Hoy no podía dormir
en la orilla de la
mar.
Y cuando mis pasos,
aquí
me vuelvan a
encaminar,
la mar con su gran
memoria,
sin duda, mis pasos
recordará.
Como recordará
también,
el color de todos
aquellos ojos
que miran hacia la
mar,
cuando al amanecer
van a andar nuevos caminos
buscando para comer,
y escribiendo sus
destinos.
Y sea un enamorado
triste,
un valiente domador,
o un conductor de
autobuses
que siempre canta una
canción,
todos hacen lo que
pueden
tan injusta situación.
Y por esos mismos caminos
otras gentes buscan
soluciones,
ya que, en el bolso
no hay dinero,
y en el corazón,
ya no quedan
ilusiones.
Y cuando la mar los
acoja
sí, justo en ese
momento,
una estrella muy
fugaz,
cruzará el cielo tras
el viento
provocando que en el
limbo
los espíritus de niños,
jueguen a
transformarse,
en cúmulos y estratos
en cúmulos y estratos
en cirros y nimbos.
Ese viento, que
después,
se esconderá tras el
Sol
la Luna y las
estrellas,
a esperar las almas que
llegarán
de la mano de la muerte,
arrancadas de la
Tierra por la mar,
para el viaje final
que les ha tocado en suerte,
y que iniciaron,
donde solo queda de
ellos,
el color de sus ojos
y sus huellas al
pisar.
Y como nada tenían,
nada tienen que
perder
y menos la dignidad;
por eso preparados
están
en el que serán
socorridos
por los ángeles de
oficio.
Y este juicio será,
aún sin normas, ni
estatutos
ni permisos, ni
recetas,
el que les lleve a
otra vida
que vivir les
permita,
sin tener tanto
sufrir
y sin tener que huir
del hambre y del
dolor
por los caminos de la
mar,
ante tan negra situación.
Y los que hayan logrado
sus sueños cumplir,
a la hora de morir
serán ellos los que
escriban
las andanzas de sus
vidas;
más, de los que no lo
consiguieron
tu serás el valedor,
explicando a todo el
mundo
que la vida fue para
ellos

de la que no hay memoria
ni recuerdo ni oración,
solo se sabe que murieron
y la mar los acogió.
PD:
Estos versos, hoy salen del corazón
deseando no cometer más errores,
aunque errar, sea humana condición.