Tú
sobre la arena ardiente,
con
toalla y bañador de seda,
y
completaban la imagen,
zapatitos
y pamela.
Y
yo pase por tu lado,
pase
sin que tú me vieras,
y
brotó en mi corazón,
amor
por la niña ciega.
Vivimos
días felices
caminando
por la arena
tu
mano cogiendo la mía
temiendo
que me perdieras.
Cuando
el verano acababa
un
día, sin el Sol que nos uniera
te
vi partir, y dejar atrás lugares
que
no serán, como antes eran.
Cuando
nos separamos, un día
como
otro día cualquiera
sin
bañador ni toalla de seda
pero
sí, con la más bella pamela.
Desde
entonces, al salir el sol
pido,
que el milagro suceda
verte
en la orilla del mar, girarte
y que
corriendo, hacia mí vinieras.
Seguí
yendo, a aquella playa
seguí
buscándote, niña ciega
seguí
dándote, con suavidad la mano
¿qué
haría si te perdiera?
Un
día en que volví a nuestra playa
no
te encontré, niña ciega
ya no me vieron tus manos
tan suaves y tan expertas.
Por
eso, no he vuelto a pisar la playa
pues
mi niña, ya no está en ella
las
lágrimas me lo recuerdan
"No
he de verla, hasta que muera."